La crisis sanitaria provocada por el virus de la COVID-19 dejó en evidencia la fragilidad del ser humano y puso en jaque a todos los sistemas sociales del mundo. Una pandemia que trascendió las fronteras y ante la que lucharon, con herramientas en algunos casos muy desiguales, miles de profesionales sanitarios en primera línea. Con el objetivo de conocer los testimonios de dos de ellos, la Fundación Alimerka organizó un encuentro bajo el título «Emergencia por covid-19: el abordaje sanitario en diferentes contextos del mundo», en el que participaron Gerardo Álvarez-Uría, director del Hospital de enfermedades infecciosas de Bathalapalli (India), de la Fundación Vicente Ferrer; y Rafael Castro, médico del SAMU-Asturias y profesor de la Universidad de Oviedo en el área de Medicina Preventiva y Salud Pública, que estuvo al frente de la dirección médica del Hospital temporal H144 del SESPA instalado en el Recinto Ferial Luis Adaro (Gijón).
Los ponentes compartieron con el público su experiencia al frente de la emergencia sanitaria en dos contextos tan diferentes como Asturias y Anantapur (India). Pese a las evidentes diferencias de recursos, ambos coincidieron en que hubo dos palabras clave que unieron a todos los profesionales al frente de esta crisis: miedo y oxígeno. El miedo de los primeros días y semanas ante la incertidumbre, compartido por sanitarios, enfermos y familiares, y el oxígeno, fundamental para salvar la vida de los pacientes infectados.
Gerardo Álvarez-Uría explicó que, cuando su hospital fue declarado centro sanitario de referencia para pacientes COVID-19, muchos profesionales (médicos, enfermeros, auxiliares, etc.) decidieron abandonar sus puestos de trabajo. «Todos teníamos miedo porque había muy poca información. Algunos regresaron más adelante, cuando todo se calmó un poco». Uno de los problemas más graves a los que tuvieron que enfrentarse en su hospital fue la falta de oxígeno. «Nuestro tanque, que en situaciones normales rellenamos cada dos o tres semanas, se acababa en un día».
Rafael Castro, por su parte, detalló el proceso de montaje del H144, un excelente trabajo de ingeniería y arquitectura que se llevó a cabo en siete días y «que hubiera sido imposible sin la implicación de todo un equipo de profesionales de diferentes ámbitos, no solo sanitarios». El director médico de este recurso aseguró con orgullo que «en Asturias todos los enfermos recibieron la asistencia y el tratamiento que necesitaron, independientemente de su edad» y explicó las peculiaridades del H144, destacando que las 17 personas que fallecieron en él pudieron despedirse de sus familiares, algo que desgraciadamente no ocurrió en la mayoría de los casos y que fue posible gracias a un pormenorizado Plan de Humanización, que también contempló otras medidas pioneras como que los pacientes ingresados pudieran salir a dar paseos por los exteriores del recinto.
Los asistentes al acto, que se celebró en el Club de prensa asturiana de La Nueva España, aprovecharon para trasladar a los ponentes sus dudas y preocupaciones acerca de la situación actual de la pandemia. Tanto Gerardo Álvarez-Uría como Rafael Castro insistieron en que es fundamental que la vacunación sea global para que desaparezca la amenaza de nuevas variantes del virus. Su recomendación para estas fiestas se resumió en una frase: «disfrutemos de la Navidad con prudencia pero sin miedo».